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sábado, 20 de febrero de 2010

Interludio




Yo sé.

Que el diablo se ha olvidado un alfiler en tu camisa,
las palabras en la cama
y la copa meciéndose en la mano del peregrino.

Yo sé que agosto debiera regresarte
aún dejando de perpetrar el corazón verde
y se plagara la amazona de crisálidas.

Sé que el ritual amorfo de fingirnos lejanos
ha pulido el rostro de la mentira,
y se ha robado de la esquina falsa, la escarlata del olvido
y el amor rupestre de una loca como yo,
sin lunas menguando los besos,
deshilachados de tanto acercarlos al poder de inventarnos
siendo más que las manos del miedo.

Sé que tu manía absurda de repicarme en la lluvia
se ha adueñado de las monedas de tu bolsillo
y las apila para desubicar las miradas crudas que nos profanan.

Yo sé que olvidarme es más fácil que asumirme,
tan pluvial, tan tramada.

La marchita costumbre de abanicar lo que más duele
ha estrechado las manos de la pobreza del alma,
y sé que al fin el grito bestial del inconsolable destino
empolvará tus pisadas, migrando de tanto saber,
al esqueleto de la angustia.

Yo lo sé.

No sé vos.

sábado, 13 de febrero de 2010

Calle León


No vuelvo a deshilar el harapo del recuerdo.

Sólo un verso y me asqueo de la ausencia
yéndome en el humo del abecedario de un gnomo.

Me caí del café por las grutas de la angustia,
me arremangué los párpados al son de la lágrima negra,
me coroné bohemia y poesía,
divagando al trote del tambor de un beso.

(Presiento que la palidez me delataría
si no le hago culto al alquiler del alma)

Esta misma locura que asalta la estrechez de la sentencia,
esta insolente ambigüedad de asfixiarme entre los hombros,
este callejón inoportuno del olvido,
vienen a configurar la osadía de una migraña.

No vuelvo a resguardarme en el flanco enemigo,
tendenciosa guerra que alimentó la hazaña
plagada de puntos suspensivos
nunca antes tan peligrosos.

Este amor,
ese amor,
aquel amor…

viernes, 12 de febrero de 2010

Péndulo


Cuando sí.

Cuando querés derribar el manzano crepuscular,
con las venas despiadadas,
el yelmo reluciente que amenaza,
y la barricada de la dignidad
otrora,
se pierde en la palidez insistente de no estar.

Cuando sí,
es tu mismo látigo resucitando,
desempolvando la bóveda de los por si acaso,
descarozando el melodrama obsoleto de la ambigüedad,
acusando figuras oscuras y somnolientas.

Cuando sí, se desfigura el pretérito,
tangente del destino hambriento de un apóstol.

Y cuando no.

Cuando no deshacés el camino inquieto de la partida,
de unos tristes motivos sí y no.

Sí,
para poderme desaguar en la noche,
acobardarme en la sombra pudenda de la rebeldía.

No,
para crucificarte en la penumbrosa manía,
en el principio binario de no resignarte,
aunque se note que se desmayó la vida cruenta
justo antes de pulirte.
Y cuando a veces,
para desnudar tus manos en mi memoria,
sodomizado por la labor tenue de mi epitafio
mis mariposas clandestinas elaboran una búsqueda,
envían a la maraña misma,
la filantropía de tu piel ajena,
a las cláusulas post mortem,
y reniego a duras penas de abril.

Por eso no,
por eso sí,
por eso a veces.







miércoles, 3 de febrero de 2010

Recompensa

A mí me resulta más fácil que a vos,

tragarme el olvido que raspa la garganta

mientras tus ojos de perro mojado

me espían con virtud de suegra.



Mirame y deglutite perdedor.



Tachame de tu oráculo soberbio

que Judas me ha besado con mejores modales.



A mí,

que tengo boleto a la quimera

el tren me sube y me baja

pero a vos

la vereda te encierra,

desnudo y extasiado.



Que cuando te figures superado

y le abroches a ésa los caprichos

con sonrisa ladeada

y compás de mercader,

te suban mis hormigas al cuello

y pretendas exorcizarme.



Que se te haga la verdad,

tronando más de tres veces mi nombre

acompañado del hechizo bastardo

que nada más que hacerte al fracaso

te alimente de derrota

te suba a la carreta del enano del pueblo

expulsándote de la corte del amor.



A mí,

que ya sé de las Atlántidas inmortales

se me hizo más fácil encerrarte entre renglones.



A vos,

todavía te buscan las musas olímpicas.



-Reward-



Hombre solo.