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lunes, 19 de abril de 2010

Merengue


Me caí temprano en la gruta inhóspita que acarreaba tu mirada.


Para vos todo deviene en un sifón arrojado al gato.

Mi celeridad tendría otro color,
al igual tus besos de continente extraviado.

Yo sé que vas a llevar mis mendrugos a tus labios
despertándome de la inquietud febril.

De cada retazo de abecedario conservo el sintagma pluvial.

Lo que sí sé es que si nos miramos
se cae al vértigo la incorrección ojerosa de la distancia.

Habremos discutido hasta la urgencia
la ínfima intromisión de una colilla.
Tremendo debate,
dejarnos o comprar.

Es por esas cosas paulatinas que nos apresuramos a olvidarnos.

(Si alguna vez me vuelve a sonreír,
juro por Virgilio que me arrancaré los ojos
en el momento exacto de capturar su timidez)

No tendré las agallas de escabullirme de sus vocales
corriendo al sur,
desentonándome.

Y yo te extraño ¿sabés?
Aunque me pegue duro el exilio matutino
y venga a buscarte en pijamas con un café en el bolsillo.

De alguna manera
el pacto ínfimo con las antenas del silencio
nos habrá traído en la vuelta.

Pura marea baja,
solamente inquisiciones glamorosas,
y quizás un mate para vos.

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