No madre,
no soy feliz.
Hay un pájaro aleteando en mis costillas
y siembran pan, mis dedos de abecedario.
A veces llueve sobre los números impares
mientras el vaivén descose el arpa del asfalto
y yo envidio el insomnio frugal de los ángeles.
El polimorfismo de un pozo crucificado
rescata a las sombras empolvadas
vertidas en ofrendas a Dédalo.
Detrás se acumulan las lenguas
entorpecidas de lacónicos mestizos
mezclando el vientre con pinceladas de cobre.
La orfandad de mi cuello se despliega,
la crisis de la mariposa de papel mojado,
la pertenencia a los ojos de las piedras,
llaga pisciana que deambula en la boca
sin sospecharse herida de muerte.
El silencio me besa el estómago
y crepitan las canillas
la peste de extrañar el baldío del alma.
no soy feliz.
Hay un pájaro aleteando en mis costillas
y siembran pan, mis dedos de abecedario.
A veces llueve sobre los números impares
mientras el vaivén descose el arpa del asfalto
y yo envidio el insomnio frugal de los ángeles.
El polimorfismo de un pozo crucificado
rescata a las sombras empolvadas
vertidas en ofrendas a Dédalo.
Detrás se acumulan las lenguas
entorpecidas de lacónicos mestizos
mezclando el vientre con pinceladas de cobre.
La orfandad de mi cuello se despliega,
la crisis de la mariposa de papel mojado,
la pertenencia a los ojos de las piedras,
llaga pisciana que deambula en la boca
sin sospecharse herida de muerte.
El silencio me besa el estómago
y crepitan las canillas
la peste de extrañar el baldío del alma.