...

viernes, 2 de septiembre de 2011

Palabras



Todavía reemplazo el pan por cicatrices,
acaso para que vos y tus amígdalas
destronen el ocaso de las pupilas.

Si hubiera manera de envolver el invierno
y desencajarlo de tus labios
muñidos de planetas que no me rigen
arrastraría mi cadáver a tu chimenea
para brindar con ron y clavos.

Aprendiz de mañanas y cardos en el pecho,
de coronas pasajeras que irradian souvenirs,
ahora que todo está muerto
el gorgoteo del silencio me reúne en sus laberintos,
en el arenero minúsculo que acarrea en un bolsillo,
donde vivimos mi alma y yo,
decididamente sin hablarnos.

Son las nueces enjauladas en tu reloj,
las setecientas cadenas que someten al molino,
cada retazo de patria que anida en tus manos silenciosas
cuando los ojos de los tristes se deshacen en la autopista.

Porque abrir la mirada es acuchillar la mañana
urgente de escaleras y trapezoides indignos,
para que la tos y los espejos
me nutran de testamentos nocturnos
abriéndole las venas al espantapájaros que me persigue.



Poema de la semana

jueves, 30 de junio de 2011

Apuntes

Por accidente
ignoramos la confesión.

Y todo era pan dentro de la bestia del olvido.

Y dudamos de Dios
y lloramos
y nos quemamos la lengua
y salimos a correr a través del río
mientras sucedía la noche.

A veces sangraban las ventanas.
-Lo peor de todo
-dijo-
es que algún día vas a dar frutos.

Inventamos algunas tareas
para silenciar los berrinches del pensamiento,
por inercia descubrimos la enfermedad de las noches
y la paciencia de la sed en las avenidas.

Luego todo volvía a tener la edad de un paraguas
mientras se conjugaba la derrota con el insomnio.

Colapsó el mundo en una crisis sin bandera,
ni agujeros en la lluvia,
ni vos,
ni palabras,
ni círculos.

Yo volví a ser traspasada de a sorbos,
y jugaba a caminar
y a fumarte,
con sólo sacarme los ojos.


Poema de la Semana

sábado, 29 de enero de 2011

Casi Nada

De las manos de los dioses
y de los párvulos.

La noche vuelve a discutirme
el color de una lágrima
arrojada suicida sobre la menta de un beso.

Ventanas afuera estalla la vida
los hombres muertos ríen a oscuras
yo caigo eligiendo la pose de las palabras
escucho mis alas batirse en la espalda,
en el recuerdo de unos huesos,
en la garganta de un enero bipolar.

Mejor barrer y correrlo todo,
olvidar olvidar olvidar,
dejar en la sien de la pared
la enagua de tus fantasmas.

Olvidar, olvidar, olvidar,
que te supere el hambre,
el frío, el calor, el sueño,
el dolor en las ampollas
que se ausente el psiquiatra
a costas de una espadita en la pantalla.

Indocumentado minuto
como lija en el borde de los labios
rezo a cada uno de tus gestos:
Olvidar, olvidar, olvidarte.

De la ménsula que sostiene mi cordura
se han desvencijado tres apoyos,
al mundo le falta un pedazo
malditos impostores que sonríen en línea.

(Esta mañana nos tomamos a gritos,
fumamos más que toda la  Mafia Gay*
hablando de hisopos.
A él le dolía el pecho y la cabeza
por eso salió a correr a través de la manguera
y tropezó con un perro.
Luego aumentó la crisis
y el café sabía a jugo de paraguas,
se ralló el queso sin silbar
contando las goteras que faltaban para morir.)

Indivisa Manent.

Olvidarte.
Pintar la pared,
charlar con extraños,
baldear la vereda.

Cordura nena,
la edad del olvido
se parece a tu cenicero
desmayado y linyera.

Olvidar.