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domingo, 28 de julio de 2013

Tren de Huesos




Hábitat de silencio partido
en la noche se arranca las alas
para serpentear en los bares.

Hoy anidan cuervos en mis dedos
y sufro síndrome de verso callejero.
Coloreo ideas sugestivas en chalecos de fuerza,
pasan las voces
pasan las rondas
y cada vez debo excavar más hasta encontrarle.

Debería arrojar el ancla hasta que el tenor madure,
dejar de mentir a los demonios del día
para valer mi peso en lágrimas.

Necesito la piel de las uvas en dos palabras,
las cenizas donadas a mi mejor memoria
el vértigo rocoso de las notas de sus pasos.

Necesito esos hoyuelos de pizarra
una brújula a los rincones del cuarto
telaraña tonta que amenaza el recuerdo
sin saber hasta dónde dependo de él.

Callejón suicida
ha mutilado la bombilla en mi boca
donde cuelgan los labios de los muertos.
Me repaso pensativamente:
cara/manos/cuerpo
todo parece estar en su lugar
pero sé que sólo soy un triángulo de tiza.