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viernes, 26 de diciembre de 2014

Ojos de Humo










(Me he derrumbado sobre sus charcos,
sobre sus paredes de saliva y cemento).


Voy a hacer cosas al azar,
cosas que sucedan durante el miedo.
Voy a terminar el cuento:
“Su boca es el suelo de mi infancia
volcado de su lengua en un tapiz apolillado”.

No soy ángel no soy hiel,
-sólo mortal en mortales prendas-
madrugadas con soles tragándose mis edades
cicatrizadas entre torrentes de mediocridad y vino.

Fumo para incinerar el altar a sus ojos,
el decálogo impúdico que se trepa en el muro con arietes de yeso,
azotes incesantes en el puño del recuerdo.

Vos sabés de todo aquello que me vio morir,
y yo te creí, diciembre estrepitoso,
juntaste miserias al pie de la escalera
alucinaste, por respirar su vértigo.

Yo te vi cuando especulaste sus heridas
y trazaste rayas perpetuas en rigor,
que esto sí, que aquello no,
arremangué mis párpados pegados al vidrio lluvioso
para decirle a todos que pisoteen las venas de la hojarasca.

Quizás así, amanezca copiosamente.

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